¿Hace cuánto tiempo que no he publicado algo en el blog? 3 meses, ¿no? Bueno, pienso que fue el tiempo de aterrizar (en todos los sentidos del término). Para restablecer todas las cosas en el orden, ¡ya estoy de regreso en Francia! Charles se quedó en Colombia, el tiempo de acabar su contrato de trabajo, y yo tomé el avión a la mitad del mes de agosto para seguir mis estudios en Nantes.
Una vez dicho esto, es el momento de continuar de presentarles algunos destinos colombianos que hemos visitado este año.
Empezamos por Medellín. Ciudad con la reputación y el pasado escandaloso, pero para mí fue una metrópolis muy cultural la que descubrí. Llegábamos al fin de nuestro viaje, y con lo que va: poco tiempo y poca plata, ¡así que hicimos lo mejor para visitar la ciudad rápidamente y con menos gastos posibles!
Y la visita empieza en la calle. En la plaza Botero. Este sitio de Medellín es un verdadero museo al aire libre. 23 obras del artista están expuestas en permanencia! De todas maneras, no se puede dejar pasar, las curvas carnosas emblemáticas del trabajo de Botero y los numerosos turistas tomando fotos nos indican que estamos en el buen lugar.
Todavía en la plaza Botero, 2 edificios grandes se dan la cara: el Museo de Antioquia (donde se puede descubrir una gran parte de la obra de Botero, y también la de otros artistas colombianos y latino-americanos reputados) y el Palacio de la Cultura. La arquitectura del último nos intrigó y buscando la entrada del edificio, encontramos puerta abierta a los turistas y curiosos, como nosotros.
Entrando en el Palacio de la Cultura, aprendimos que este edificio alberga la sede del Instituto de la Cultura y del Patrimonio de Antioquia. Así que en la semana sirve de lugar de trabajo y el fin de semana abre para exposiciones y para dejar los visitantes admirar la vista de la Plaza Botero y sus alrededores.
Después de la plaza imprescindible, fuimos a pasear en las calles en los alrededores: iglesias, edificios, esculturas… Paseamos por donde el viento nos mandó, levantado los ojos en cada esquina para decidir de nuestro camino.
Nuestro segundo (y último) día en Medellín arrancó a toda marcha con la visita del Jardín Botánico de la ciudad. El acceso es gratis (¡obviamente, porque estábamos pelados!).
Un auténtico remanso de paz en medio de la agitación de la capital Antioqueña, con la posibilidad de encontrar de frente numerosas especies vegetales y animales: ¡fue genial!
Y terminamos estos dos días en Medellín con el famoso Pueblito Paisa, una reproducción de un pueblo “paisa” (de la región de Medellín), con su iglesia, sus casas tradicionales y su plaza central. Estuve un poco decepcionada del lugar porque es muy “fabricado” para los turistas, sin embargo, su localización, en lo alto de una colina, permite tener una vista muy bella de la ciudad.
A pesar del poquito tiempo que pasamos en Medellín, es una ciudad en la cual yo me vería totalmente vivir: muy urbanizada, muy cultural, ¡muy animada en realidad! ¡Me gusta muchísimo! Y nos queda también el pueblo de Guatapé, ubicado muy cerca de Medellín, a visitar: ven la reproducción del Pueblito Paisa, ¡pues allá es de verdad! Casas ultra coloridas, un ambiente muy “pueblito” y las imágenes de la laguna que encontré en internet… ¿Cómo explicarles…? ¡Magnífico! Realmente, ¡tengo que ir! ¡¡Inmediatamente!!