Un día entero, es por lo menos el tiempo que se necesita para descubrir el pueblo de Nemocón. Situado a una hora de Bogotá en bus, esta pequeña ciudad y sus dos principales atracciones turísticas nos sedujeron, además eramos casí los únicos turistas!
Llegamos temprano por la mañana a la plaza principal de Nemocón. Con su iglesia, sus casas pintadas y la montaña alrededor, se sabe que estamos en un pueblo típico colombiano.
Nemocón significa “lamento del guerrero” en idioma chibcha, es en este lugar que los habitantes venían a llorar la muerte de sus jefes en el combate, desde el siglo VI a. de J.C.
Después de nuestro paseo en las calles de Nemocón, nuestras visitas turísticas pueden empezar. Iendo a la mina de Sal, descubrimos que el lugar albergaba también un museo de historia natural (en renovación este día).
A falta de visitar el museo, nos dirigimos hacia el objetivo de nuestra venida: la mina de Sal. Algunos meses antes, visitamos la catedral de Sal, ubicada en Zipaquirá, la ciudad vecina. Como su nombre lo indica, la catedral de Sal es muy orientada hacia la religión, cosa que menos encontramos en la mina de Sal de Nemocón, lo que dejó parecer más su sencillez y su autenticidad. Después de haber pagado 20 000 pesos cada uno (6,50€), seguimos nuestro guía, y los poquitos otros turistas del día, para una visita de una hora a 80 metros bajo tierra.
Durante nuestra visita, el guía nos explicó la historia de la mina, el trabajo de los obreros, la formación de la sal… Pero también la historia de un rodaje de una película, que tuvó lugar en parte al interior de la mina: “Los 33”, la verdadera historia de los 33 mineros chilenos que quedaron prisioneros más de 2 meses bajo tierra después del derrumbe de la mina donde trabajaban. Hemos escuchado hablar de esta película al momento de su salida y sobretodo de esta increíble historia relatada en los medios en 2010. Así que esta visita a la mina de Sal, lugar de rodaje, nos dió ganas de ver esta película! Una vez regresados de nuestro gran viaje, lo vimos y los recomendamos fuertemente!!
Al final de este visita, nos quedamos enamorados de este pueblo que tiene tanto para ofrecer… Y no hemos terminado todavía…
Informándonos en internet, descubrimos que un desierto estaba situado cerca de Bogotá y más todavía de Nemocón. Preguntando a los habitantes y a un chófer de Tuk Tuk comó ir a pie a este desierto, nos dijeron que se encontraba un poco lejos y que ibamos a pasar el día entero para ir, visitar y luego regresar al centro del pueblo. Así que es en Tuk Tuk que nos fuimos hacia el desierto de la Tatacoita! Menos mal elegimos este modo de transporte porque tardamos como 30 minutos para ir al desierto tomando rutas de tierra y de arena sinuosas y con pocas indicaciones.
Las imágenes hablan por ellas mismas… Es espectacular! No nos esperabamos a tanta belleza ni a tanta serenidad. Nos sentimos previlegiados en este lugar formado por la erosión y los miles de años. Y para cerrar con broche de oro: eramos los ÚNICOS! Nadie más que nosotros! El desierto de la Tatacoita, el hermano menor del desierto de la Tatacoa él úbicado en el departamento del Huila al sur de Colombia, nos dejó boquiabiertos delante de este cuadro natural!
En realidad, invertimos estas 2 visitas: paseamos por el desierto por la mañana y descubrimos la mina de Sal por la tarde, eso nos permitió evitar tener mucho calor caminando en pleno Sol.
Para resumir, Nemocón es LA joya de nuestro viaje, un descubrimiento completamente inesperado!
Es con esta última foto que los dejamos, porque vamos a presentarles pronto la ciudad de Medellín y hay mucho camino a recorrer antes de llegar…