Después de nuestro viaje en bici en agosto, decidimos dejar la ciudad. Ya nada tenía sentido cuando escuchamos de nuevo los carros pitar, vimos todas estas luces artificiales, sentimos el estrés del entorno… Desde hace mucho ese deseo ya estaba dentro de cada uno de nosotros, pero el momento de ariesgarse no había llegado todavía. Dejar la ciudad no se hace de la noche a la mañana. ¿Y a dónde ir?