Nota personal: debería haber escrito un diario de a bordo durante nuesto viaje como lo hizo Felipe casí todas las noches. Porque ahora me cuesta empezar este artículo varios meses después. Así que pienso en hacer un resumen general en vez de un resumen diario como lo había pensado. Para un relato con más detalles y más fotos, les invito a leer el blog de Felipe: gatoavelo.com. Allí cuenta todos sus relatos que va publicando poco a poco.
Como lo indica el título de este artículo, atrevasamos Francia en bicicleta durante el mes de agosto del 2020.
¿Por qué este viaje?
Felipe ya había hecho un viaje en bicicleta en la región de Occitania el año pasado y el mío fue hace 7 años, donde recorrí durante 5 días las orillas del río Loira en la Loire à Vélo entre Orléans y Nantes. Sabíamos que a los dos nos gustaba este tipo de viajes así que decidimos irnos juntos este año. Lo que aprecio de los viajes en bicicleta es el hecho de descubrir todo lentamente, lugares por los que no habría pasado en carro o a pie, a un ritmo que es mío. Poder parar donde quiera, cuando quiera y quedarme allí el tiempo que quiera. En cuanto a Felipe, él aprecia el reto deportivo y mental que esto le proporciona.
También teníamos en mente la idea de encontrar lugares que nos interesaran para instalarnos en el campo el año que viene.
Antes de la salida
Bueno, primero tuve que comprarme una nueva bici. La que utilicé para la Loire à Vélo la vendí desde hace al menos 3 años. Después de haber recorrido todo París con Felipe, escogí una bicicleta de trekking. Una bici hecha especialmente para los viajes en bicicleta. Es decir, funciona para la carretera pero también para los caminos más pedregosos, así como para el peso del equipaje. Encontré la mía, una Bianchi, de segunda mano en la tienda Bicloune en Paris, cerca de la estación Gare de Lyon. Habían recibido unas treinta bicicletas de Butterfield & Robinson, una agencia especializada en viajes en bicicleta que renueva su flota cada 3 años y luego vende sus modelos antiguos. Así que confié en la experiencia del vendedor y de Felipe para invertir en esa hermosa bestia. Y como no me quedaba realmente nada de equipamiento de ciclismo, también compré todo el material para salir con tranquilidad: un casco, guardabarros, dos alforjas, dos pantalones que se convierten en shorts para el verano, dos camisetas de senderismo, algunas herramientas de reparación y cambié los neumáticos, el manillar y el sillín. ¡Todo para empezar de nuevo! Una inversión significativa para este año, que me permitirá no comprar casí nada para mi próximo viaje.
En cuanto al trayecto, lo trazamos según nuestros deseos. Ni siquiera sé como surgió. Queríamos pasar por ciertas regiones, así que es lo que hicimos. Teníamos dos “imperativos” que encajar en todo eso: una obra participativa donde mi amiga Charlotte en la región del Morvan y el cumpleaños de Samuel, el hijo de una amiga de Felipe, cerca de Fontainebleau. Y queríamos conocer especialmente los departamentos de Ariège y Ardèche. Así que nos organizamos. Y aquí está el primer esbozo de nuestro viaje.
Luego preguntamos a los viajeros en bicicleta de los grupos de Facebook qué nos recomendaban visitar a lo largo de nuestro trazado.
Luego aseguramos nuestra primera noche a través de Warmshowers, una página web que pone en contacto a los cicloviajeros y así cenar y dormir en casa de los demás, basándose en la confianza, el intercambio y la solidaridad.
Compramos también nuestro billete de tren en dirección de Toulouse, nuestra ciudad de salida. Sin olvidar marcar la casilla “agregar una bicicleta” para estar seguros de tener un espacio para nuestros fieles corceles.
Por último, una semana antes de la salida, nos entrenamos durante un fin de semana, yendo en bicicleta donde unos amigos en Fontainebleau (los mismos de la llegada de nuestro viaje). Así que recorrimos unos sesenta kilómetros desde París un sábado y volvimos el domingo. Así pudimos poner a prueba nuestro material, ya sea de ciclismo o de acampada, el peso de nuestro equipaje y nuestro ritmo.
En nuestras alforjas
Tuvimos que ser astucios para hacer entrar lo esencial en nuestras alforjas. Me fui con dos alforjas atrás y Felipe con dos alforjas atrás y dos más pequeñas adelante.
Aquí están nuestros elementos esenciales:
CAMPAMENTO
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BICICLETA
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ROPA Y ACCESORIOS (por persona)
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COMIDA (al inicio) Y ACCESORIOS DE COCINA
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ELECTRÓNICO
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OTRO
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¡Teníamos 14 y 31kg cargados en las bicis en total!
Durante el viaje
Cómida
A toda esta lista, agregamos muchos alimentos en camino para ser más autónomos: cereales, mini-envase de leche de arroz, frutas (bananos, ciruelas, melón), verduras (calabacines, zanahorias), pan, muchos quesos (!) y viennoiseries.
Nos dimos mucho gusto con la cómida. Y como en general en la ciudad comemos casí exclusivamente cómida orgánica, intentamos al máximo seguir esa idea durante el viaje.
A menudo desayúnabamos y cenamos en nuestro acampamento (o donde la gente que nos acogía). El desayuno una vez plegada la carpa y la cena una vez montada la carpa. Para el almuerzo buscábamos fuentes de agua y mesas de picnic en la aplicación Osmand. La aplicación está muy bien hecha y nunca tuvimos malas sorpresas. Excepto quizás una vez: una bomba de agua que no funcionaba en el parquecito de un pueblo. Así que recorrimos el pueblo en bici en busca de un alma caritativa y encontramos a un señor limpiando su carro que nos ayudó amablemente.
Comimos algunas veces en restaurantes, principalmente en nuestros días de descanso.
También paramos en el camino de vez en cuando para recargar las baterías con frutos secos y grandes tragos de agua.
Alojamiento
Privilegiamos acampar en la naturaleza, sobre todo en el sur de Francia donde nos ha resultado más fácil encontrar lugares tranquilos y escondidos cerca de los ríos.
En los lugares más turísticos o demasiado cercanos a las grandes ciudades, optamos por pasar las noches en camping.
Y para esos momentos en los que queríamos dormir en un cama o para recargar las baterías (esta vez las de nuestros aparatos electrónicos), buscábamos anfitriones en Warmshowers que nos hospedaran. Lo hacíamos por la mañana para la noche y aunque varios nos negaban por estar ausentes o no disponibles, casí siempre encontrábamos uno. Antes de ese viaje, no conocía en absoluto esta plataforma. Es el equivalente a Couchsurfing pero para ciclistas. Un ambiante muy agradable en cada ocasión y buenos intercambios a menudo en torno al ciclismo y los viajes de cada uno.
Por último, también pudimos dormir tres veces en casa de amigos. ¡Lo máximo!
Punto técnico
En campamento, la ducha está en el río frío y los baños están al aire libre detrás de los árboles. Nos guste o no, pero ¡qué libertad!
El trayecto
Aquí está el mapa con todos los puntos por los cuales pasamos, los pueblos, restaurantes, panaderías, campings, etc. ¡Todo lo que necesitan para seguirnos la pista!
Y aquí está una visión general de nuestra travesía:
El viaje en fotos
¡Espacio para las fotos de este viaje! Para más detalles sobre cada día que se tomaron esas fotos, será en Instagram.
Balance
¡No me mordí las uñas durante un mes! ¡Jajaja! Para los que me conocen, saben que eso es una proeza. Solo por eso, ¡me dan ganas de volver a viajar ya! Es tan agradable tener uñas.
Bromas aparte, me alegra haber tenido la actitud mental para completar este viaje. Tuve muchos momentos en la bici echando pestes contra mí misma, contra Felipe, contra el calor, contra los automovilistas, contra el mundo entero… y en aquel momento no era para nada fácil. Tanto para mí como para Felipe, que no entendía mi comportamiento derrotista.
Hoy, estoy muy agradecida por esta experiencia. En particular, recuerdo que:
“Si ahora está subiendo tanto, luego viene una gran bajada.”
También estoy muy contenta de haber entrenado mi cuerpo para este tipo de esfuerzo. ¡Qué efecto tan estimulante es sentir que las capacidades físicas de uno se están desarrollando de esa manera!
En total, recorrimos 1.300 km. Buen rendimiento, creo.
Cuando llegamos a la Gare de Lyon en París (habíamos tomado un tren de cercanías para nuestra última etapa), y después de escuchar más pitos en 10 segundos que en un mes de viaje, nos miramos con Felipe y acordamos que teníamos que dejar esta ciudad de locos. Este deseo ya estaba presente en cada uno de nosotros antes del viaje, pero éste nos hizo más que reforzar esta decisión y convertirla en acción. Así que actualmente estamos en el campo haciendo wwoofing, aprendiendo a usar nuestras manos y buscando un lugar que nos inspire para quedarnos más tiempo y establecernos. Escribí un artículo sobre nuestro primer wwoofing, que pasamos rodeados de cabras en el Hérault, por si les interesa.
Felipe, por su parte, creó un blog parar mostrar sus fotos y transmitir el diario de a bordo que escribió a lo largo del viaje en bicicleta. Aquí está: gatoavelo.com. Hay varias fotos conmigo en la bici incluso. 😉
Este viaje también confirmó mi deseo de viajar más de esta manera, no por el esfuerzo físico ni por superarme a mí misma, sino por conocer lugares, gente, maneras de vivir, a un ritmo que me convenga. Llevo 7 años mirando el Eurovélo que une Saint-Nazaire con Rumania… Ahora sé que soy ampliamente capaz de hacerlo y mis ambiciones van ahora más allá. Desde entonces, sigo varios viajeros en Instagram que cruzan América, Europa o Asia, ¡y me da muchas ideas..! Pero de momento, pienso dedicarme a Francia.
¿Y ustedes, han viajado alguna vez en bici? Si no, ¿les gustaría hacerlo? ¿Porqué? ¿A dónde irían?